En esta conversación, la familia a bordo del velero Forquilla nos comparte su experiencia única de vivir y navegar juntos. Desde su conexión profunda con el mar hasta los desafíos de la crianza a bordo, su historia nos revela cómo esta aventura ha transformado su relación familiar y su visión del mundo. En este testimonio, hablan sobre la importancia de la naturaleza en sus vidas, las lecciones aprendidas a bordo y cómo su hijo Leo ha absorbido, de manera natural, los valores del respeto por el medio ambiente y la disciplina. También nos cuentan cómo han adaptado su velero para hacerlo un hogar funcional y cómodo durante sus travesías.
A través de sus palabras, descubrimos un viaje que no solo se mide en millas náuticas, sino también en emociones, crecimiento personal y aprendizaje compartido. A continuación, nos adentramos en sus vivencias, reflexiones y sueños para el futuro.
¿Cómo ha cambiado vuestra relación con el mar desde que comenzasteis a vivir en el velero?
Nuestra relación con el mar se ha vuelto muchísimo más intensa, cuanto más tiempo pasas conectado a un medio, más te identificas con él. Cuando vives ajeno a algo, es como que sabes que existe pero no le das importancia, y cuando lo vives, de repente sientes que eres parte de él.
¿Recordáis algún momento específico en el que hayáis sentido una conexión especial con el océano o la naturaleza?
Cada día, perderse en el mar es una maravilla, mirar al horizonte, sentir la brisa marina, somos parte de la naturaleza aunque nos empeñemos en aislarnos de ella.
¿Cuál ha sido el desafío más inesperado que habéis enfrentado, más allá de las cuestiones técnicas de navegar?
La crianza a bordo. Nadie sabe lo que es ser madre/padre hasta que le llega el momento, te lo pueden explicar de mil maneras pero nunca lo entiendes hasta que lo vives. Sumarle a eso una vida a bordo de un velero, con todas las complicaciones que conlleva, viajando por el mundo y sin asistencia de ningún tipo, se vuelve todo muy intenso. Aunque es una sensación super bonita poder vivirlo así y no lo cambiaríamos por nada.
¿Cómo habéis manejado las emociones o las tensiones familiares en un espacio tan reducido como el velero?
Tenemos la suerte de tener muy buena convivencia, nosotros lo hablamos todo y cuando nos encallamos con algo, reflexionamos y volvemos a sacar el tema. No se queda nada en el tintero, ya lo hacíamos así antes del velero y del peque, y ahora con más motivo, porque si dejamos pasar algo al final acabaríamos con una bronca que no sería buena para nadie.
¿Qué lecciones de vida creéis que habéis aprendido a bordo que no habríais aprendido en tierra?
El respeto por el mar, probablemente. La importancia de cuidar las cosas, economizar recursos, la disciplina del orden, un sinfin de cosas…
¿Qué experiencias creéis que están marcando la infancia de Leo de manera más profunda?
Lo mejor de esta experiencia es que un niño pequeño pueda estar 24/7 con sus padres, que se sienta parte de la tripulación, escuchado y querido. Y si a eso le sumas viajar y conocer sitios, culturas diferentes, idiomas y gente de todo tipo, pues no se me ocurre mejor manera de empezar en este mundo.
¿Cómo creéis que vivir en un velero ha moldeado la visión del mundo de Leo?
Él es consciente de que el espacio es limitado, que todo tiene que estar recogido y guardado, eso le aporta disciplina. Además entiende lo que supone un viaje, llegar a un sitio, lo ve sobre mapa y después lo vive en primera persona. Está en contacto con la naturaleza y los fenómenos meteorológicos, que hacen variar todas las decisiones a bordo.
¿Qué ha sido lo más sorprendente que habéis aprendido de Leo durante esta aventura?
Los niños tienen una manera inocente y fascinante de ver el mundo, te hacen recordar que el mundo es una preciosidad. Te hacen parar para observar un caracol o te hacen preguntas sobre el sol y la luna. La sensación es que te ayudan a volver a conectar y hacerlo en plena naturaleza y durante todo el día, es muy bonito.
¿Por qué elegisteis el velero Forquilla para esta aventura? ¿Tiene algún significado especial para vosotros el nombre o el barco en sí?
Estábamos buscando exactamente este modelo de barco porque lo conocíamos y nos parecía el ideal. El tamaño y la disposición era perfecta. Queríamos que fuera anterior a 2005 porque después los materiales de los barcos han cambiado mucho. Y lo llamamos así porque cuando Carmen empezó a estudiar catalán al llegar a Barcelona, fue una de las primeras palabras que aprendió y le encantó.
¿Qué modificaciones o adaptaciones le habéis hecho al velero para que sea más adecuado para vuestro estilo de vida familiar y vuestros largos viajes?
Hemos ampliado mucho los lugares de estiba, hemos puesto unos hidráulicos bajo nuestra cama para poder aprovechar todo ese espacio y que fuera accesible. El camarote de Leo está acotado para que no se nos pierda en una cama tan grande, y tiene barrera para que no se caiga, aunque puede salir por sí mismo sin problema. Hemos puesto una estantería de cuentos, un armario para las medicinas… La mesa tiene patas hidráulicas y hemos hecho dos colchonetas para tener un lugar en el que poder tumbarnos en medio del salón para las guardias o pasar simplemente la tarde viendo una peli.
¿Habéis enfrentado algún problema técnico importante con el Forquilla en medio del océano? ¿Cómo manejasteis esa situación?
Todavía no hemos estado en medio del océano y las veces que hemos hecho travesías largas no nos ha pasado nada (y que siga así). Cada vez que salimos a una travesía un poco larga hacemos una puesta a punto del barco, somos muy concienzudos mirando la meteo para salir en las condiciones ideales y nunca apretamos al barco, mejor un nudo menos y estar más tranquilos.
¿Cómo ha transformado esta experiencia vuestra relación familiar?
Nos convertimos en familia en medio de esta experiencia, por lo que no sabemos cómo seríamos en tierra, lo que sí sabemos es que estamos felices juntos donde sea y si puede ser cumpliendo un sueño, pues mejor que mejor.
¿Qué aspectos de la vida en el velero creéis que han fortalecido vuestra relación como familia?
El barco requiere mucho de nosotros, te convierte en un equipo, por lo que fortalece nuestra relación.
¿Cómo manejáis la sensación de aislamiento, si es que la sentís, al estar lejos de la vida en tierra?
No tenemos esta sensación, casi siempre estamos en tierra conociendo gente y moviéndonos sin parar. Los ratos de mar y de estar solos también se agradecen. Lo único malo es echar de menos a los que están lejos, pero por suerte están viniendo por temporadas a vernos y las videollamadas acercan mucho.
¿Cómo ha cambiado vuestra percepción del tiempo y las rutinas diarias viviendo en el velero?
Parece que llevamos años viajando y han pasado 6 meses, los días son larguísimos y las semanas pasan volando, pero hablando con otras personas con peques, tienen la misma sensación, así que no sé ya si es el velero o la crianza.
¿Qué rituales o rutinas tenéis a bordo que os ayudan a mantener el equilibrio mental y emocional?
Las rutinas nos las marca Leo, tiene sus horas de siesta, de comer, de bañera y de dormir. Él es nuestro despertador y cada día es diferente en lo demás. Hay días que navegamos, días que estamos fondeados y bañándonos y días de turismo.
¿Cómo imagináis que esta experiencia influirá en la vida futura de Leo?
Leo es muy especial, absorbe todo lo que pasa a su alrededor y el conocer el mundo, respetar el medio y aprender que es parte de él, mal no le va a venir.
¿Tenéis algún sueño o meta para la familia que todavía queráis cumplir mientras seguís navegando?
Nuestro objetivo es ser feliz cada día y no perseguir nada, porque de esta manera el día que no queramos seguir haciendo esto, no nos sentiremos decepcionados.
¿Cómo os veis dentro de 10 años? ¿Seguís imaginando vuestra vida en el mar?
Hace 10 años tenía otros objetivos vitales, prefiero dejar que la persona que seremos entonces decida su presente porque no seremos los mismos.
¿Tenéis planes de volver a una vida más estable en tierra en algún momento o creéis que el mar será siempre vuestro hogar?
No lo sabemos y esto nos encanta.
Deja una respuesta