Todos los 26 de diciembre desde el año 1945, en la ciudad australiana de Sydney, se lleva a cabo la salida de la Sydney Hobart, una de las regatas más duras del circuito de vela. En el epicentro de los 40 rugientes, es habitual quelos barcos tengan que enfrentarse a grandes olas, vientos superiores a 50 nudos y condiciones muy peligrosas. Todo ello otorga a esta regata un carácter especialmente atractivo para todos los apasionados de la navegación oceánica.
La Regata del Infierno, es el nombre que pasará a la historia para la fatídica edición del año 1998, en la que se sucedieron una serie de condiciones meteorológicas que desencadenaron la más salvaje de las tormentas, dando lugar a 4 días con vientos de hasta 80 nudos y olas gigantescas de 18 a 25 metros. La consecuencia fue la mayor operación de rescate marítimo jamás realizada en Australia en la que participaron 35 helicópteros, 27 barcos de la Marina Real Australiana, junto con más barcos y aviones civiles, y con un resultado final de 6 hombres muertos, 55 tripulantes rescatados, 71 barcos retirados, 5 barcos hundidos y 7 abandonados y dejando marcadas para siempre las vidas de todos los que sobrevivieron.
El origen de la regata
Nace esta regata cuando en el año 1945, un ex-oficial de la Royal Navy llamado John Illingworthr, retó por una apuesta a otros marinos a celebrar una carrera desde Sydney hacía Hobart (Tasmania), siempre navegando hacía el Sur, teniendo su mayor complejidad en el cruce del temido Estrecho de Bass, cuyo fondo marino asciende de forma vertiginosa desde el millar de metros hasta bajos que rodean el centenar, dando lugar a una zona muy peligrosa conocida como el Infierno de alta mar, por sus olas empinadas y una meteorología muy difícil de predecir.
1998. Fallo en la predicción. La peor tormenta en 54 años.
En la edición de 1998, se estaban originando toda una serie de circunstancias meteorológicas que no auguraban nada bueno. Vientos cálidos y veloces hacia el Sur y por delante un intenso frente frio que se desplazaba desde el Oeste. La colisión de estos fenómenos era inminente, pero la clave estaba en determinar donde se produciría.
El Centro de Meteorología de Sydney, así como los meteorólogos de la regata pensaron que el sistema de bajas presiones se formaría al Este de Tasmania y que se alejaría, por lo que la flota solo tendría que lidiar con los restos de la gran tormenta. Pese a la perplejidad de los pescadores de arrastre del puerto de Eden, que por su gran experiencia en la zona, eran conscientes de la peligrosidad de la situación, y lo arriesgado que sería, la regata no se suspendería.
Desarrollo de la regata
Comenzó la regata con el anunciado viento hacia el Sur intensificándose. Los barcos volaban, pero la tensión, y la inquietud era palpable. Pero, ya al poco de salir, la actualización del primer parte, anuncia la peor de las situaciones: el frente no se escapaba hacia el Este, sino que retrocedía hacia el Estrecho de Bass, situando lo peor de la tormenta justo en medio del camino de la flota.
Esa misma tarde camino hacia el Sur, la organización de la regata empieza a avisar de vientos superiores a 50 nudos, la flota avanza veloz en medio de truenos, relámpagos en lo que era el anticipo de un terrorífico huracán. Como manifestó Roger Badham, uno de los metereólogos más expertos en la zona: “Una bomba está a punto de estallar en el Estrecho de Bass”.
Fueron los Maxis, gracias a sus grandes velocidades los que consiguieron por muy poco, pasar el Estrecho de Bass a tiempo, pero la peor de las situaciones, el cuadrante más salvaje de la tormenta, estaba aguardando a los barcos más pequeños. La catástrofe era inevitable.
MAYDAY MAYDAY
El domingo 27, a las 14:00 se recibe desde el centro de la tormenta y vía satélite, un aviso de una radiobaliza. Desde Melbourne el Servicio de Rescate aéreo se pone en marcha. Se trata del barco Stand Aside, que no ha soportado el embate de una ola de 24 metros de altura, que le ha destrozado el mástil y lo ha dejado a la deriva en medio de unas condiciones infernales para que pueda operar el helicóptero de rescate. En muy poco tiempo, sería uno más de los muchos barcos esperando auxilio para sobrevivir en medio de la tormenta.
El siguiente barco en solicitar ayuda, fue el mítico Winston Churchill, el barco con más años de la flota, con 15 ediciones de la regata encima y varias vueltas al mundo. Víctima de una enorme ola se hunde en cuestión de minutos, la tripulación logra pasar a las dos balsas salvavidas. Encontrar estas balsas en semejante tormenta era casi imposible, y los marineros tuvieron que pasar horas y horas de angustia, desesperación, y muerte.
El Sword of Orion sufre un vuelta de 360 grados, la sacudida de la botavara arranca el arnés de su tripulante , lanzándolo al agua y desapareciendo. El barco queda destrozado a la deriva.
Los servicios de rescate están desbordados. En un breve espacio de tiempo, 7 barcos más estaban pidiendo auxilio, en un radio inferior a 50 kms, en todo el centro del huracán.
La situación había tomado tintes apocalípticos y cada barco, cada miembro de la tripulación, iba a conocer donde estaban sus límites y hasta donde podría aguantar. Prueba de ello fue el fallecimiento por ataque al corazón del patrón del Business Post Naidad, que poco después contaría con otro tripulante ahogado.
Entre la tarde del domingo 27 y la mañana del lunes 28 la operación de búsqueda y rescate era masiva, el helicóptero (ambulancia aérea) no tenía descanso. Aviones civiles se sumaron a la búsqueda del Wiston Churchill, 28 horas más tardeencuentran las 2 balsas salvavidas. Desgraciadamente en una solo hallaron a 2 de los 5 marineros que la ocupaban; los otros 3 habían sido barridos por las olas.
Una lección para aprender
De los 115 barcos que partieron de Sydney, solo 44 llegaron a Hobart. La tormenta dejó en su estela a 6 regatistas muertos: Phillip Charles Skeggs y Bruce Raymond Guy (Business Post Naiad); Glyn Charles (Sword of Orion); John Dean, James Lawler y Michael Bannister (Winston Churchill).
La organización de la regata tuvo que afrontar críticas por no haberla detenido, también los barcos por no regresar cuando lo peor del parte se confirmó, pero la peor parte se la llevaron los metereólogos por no haber sido capaces de predecir el recorrido del frente.
Para los pescadores de Eden, haber puesto rumbo al Estrecho de Bass, en aquellas condiciones había sido un acto de arrogancia, de mucho valor, pero poco cerebro.
La vela australiana se vio afectada de forma muy traumática por lo acontecido, y desde el año siguiente se implantaron nuevas reglas sobre el seguimiento desde tierra y sobre el equipo de seguridad y se cambió el sistema de previsión meteo.
Larry Ellison, patrón del Sayonara, ganador de aquella edición, prometió que nunca más volvería a competir en la Sidney-Hobart. La experiencia le había cambiado la vida a él y al resto de supervivientes.
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