Hipócrates, el padre de la medicina moderna, afirmaba que el mar sana las enfermedades del hombre, pero ¿quién le sana a el?. ¿El hombre?
Exxpedition es un proyecto que quiere sanar los océanos de los plásticos, esa terrible infección que los afecta implacable y a un ritmo vertiginoso.
Se fundó en el año 2014 bajo las directrices de su fundadora y defensora de los Océanos, Emily Penn, como capitana de una red global de mujeres multidisciplinares que a través de sus habilidades y estudios científicos buscan soluciones a este problema que realizan desde el propio mar a bordo del velero SV. Travel Edge.
Se trata de una investigación científica pionera, ya que esta compuesta sólo por mujeres circunnavegando el mundo en cuatro giros oceánicos y el Ártico.
Este proyecto se lleva a cabo desde el propio mar y no desde tierra como sucede habitualmente, porque en ocasiones, el ser humano debe huir de sí mismo y de todo aquello que le rodea y adentrarse en el propio problema donde perder la objetividad que da la distancia. Inmersiones de realidad.
No se trata tan solo de una lucha de sirenas por salvar los océanos de la contaminación del plástico sino que además promueve la diversidad en la navegación y en la ciencia, donde existe una menor representación femenina, siendo esta tan solo de un 13%.
Exxpedition tendrá una duración de unos dos años, donde se recorrerán alrededor de unas 38.000 millas náuticas, en 31 etapas con una tripulación formada por aproximada-mente 300 mujeres.
Actualmente sólo un 8% de los océanos está protegido, por lo que quizás, en estos tiempos que corren necesitemos tiempo.
Tiempo para pensar en un futuro que no naufrague en un mar de plástico a orillas de las aguas del olvido y del arrepentimiento. Todos somos un poco piscis desde pequeños, antes incluso de nacer vivimos en una flotabilidad materna, el génesis de los placeres innatos. Somos seres con similar número de horas de sol en nuestra piel, pieles sedientas de aguas refrescantes, medicinales, relajantes, y a menudo cicatrizantes, según el día en que acudimos a ellas.
Pero también somos animales de costumbres, con unos patrones y hábitos terriblemente marcados que repetimos inconscientemente en un metódico comportamiento, a veces irracional en el que no reparamos. Hábitos creados en bucle que se vuelven anomalías reiteradas con nefastas consecuencias en nuestro entorno y que son producidas muchas veces por incapacidades morales, falta de enseñanza o conciencia social.
Los números no mienten, son ciencias exactas, fiables. El placer de la exactitud que pocas veces hace acto de presencia en lo mundano, pero en ocaciones las cifras preocupan y asustan, y ante esta situación piensa mar y acertarás.
Greenpeace informa que en España cada día se abandonan 30 millones de latas y botellas de plástico, casi la población del país…
Se han llegado a encontrar plásticos a 10.000 metros de profundidad en los Océanos, lugares semidesconocidos para el hombre.
Y por increíble que parezca, solo el 9% de todo el plástico producido y consumido se ha reciclado, un 12% es incinerado y el 79% restante termina en vertederos o en el medio ambiente. Como veréis, se mire como se mire, las cuentas no cuadran…
Es por ello que Exxpedition nace con unos objetivos muy definidos y necesarios.
En primer lugar, crear una comunidad femenina que aborde la contaminación plástica del mar dando visibilidad simultáneamente a las mujeres en el ámbito científico.
Y en segundo lugar, inmersas en los mares y navegando en el propio problema, el estudio científico a nivel mundial de la contaminación por plástico marino, su repercusión y la búsqueda de soluciones para poder iniciar un cambio que resulta ya urgente y forzoso.
Esta iniciativa se lleva a cabo a bordo del velero de expediciones SV. Travel Edge. Una embarcación que ya dio la vuelta al mundo y que fue elegido por el ejército británico para una expedición a la Antártida en los años 2001-2002.
Está equipado como barco de expedición científica con todo el equipo necesario y categoría de seguridad MCA-0 para navegar en cualquier parte del mundo.
A bordo, a parte de las tareas propias de la navegación y convivencia, cada miembro comparte sus experiencias, estudios, se realizan talleres para la búsqueda de soluciones y se colabora con otros miembros.
Tras la travesía, sus navegantes se unen a la red de embajadores de Exxpedition trasla-dando el mensaje del plástico oceánico a sus entornos para el cambio de los malos hábitos existentes y trasmiten la necesidad de concienciación y sostenibilidad.
Porque es en los detalles donde sucede todo, en esas acciones diarias, mecánicas y cotidianas que traen inevitablemente repercusiones y nos sumergen en nuestra propia responsabilidad.
Continuando con los datos de esta realidad, el 80% de los residuos marinos vienen de tierra, y el 20% de la actividad marina. Curioso porcentaje de lo que consigue escapar de las costas y termina lejos de tierra firme.
Pero resulta que los plásticos de la superficie del mar son tan solo el 15% de los existentes en el, lo que conlleva que anualmente mas de 100.000 mamíferos marinos y 1.000.000 de aves mueran a consecuencia de los plásticos marinos. Cifras escalofriantes que dan que pensar.
En los océanos el plástico tarda mucho mas tiempo en biodegradarse que en tierra.
Existen unas zonas en el planeta de alta concentración de plásticos llamadas “sopas de plásticos”. Estas zonas se encuentran localizadas en los siguientes lugares: una en el Indico, dos en el Atlántico y dos en el Pacífico, sin contar la existente en la cuenca del Mediterráneo, donde hay entre un 21-54 % de todas las partículas de microplásticos del mundo.
En 2015 Greenpeace recogió una media de 320 objetos de basura por cada 100 metros de playa, siendo el 75% plástico.
Pertenecemos a una generación que no vive en el mar navegando como nuestros antepasados; Juan Sebastián El Cano, Cortes, Cristóbal Colón o Pizarro, que habitaban los mares sin dejar más rastro que sus hazañas.
Pero también somos la generación de las energías renovables, lo bio en el supermer-cado, lo eco friendly …
Toca afrontar un futuro en el que podremos vivir sin plásticos, sin gasolina, pero jamás sin los océanos.
Es hora de hacer autocrítica, depurar nues-tros hábitos, revisar nuestras incapacidades morales, agitar los frágiles impedimentos que nos ponemos con forma de excusas, coger aire y parar…
Parar bruscamente, despertar de ese duermevela en el que estamos inmersos y observar nuestras huellas, el impacto que estas generan y ponernos pequeñas metas sostenibles en este mar donde elegimos flotar o naufragar en ese punto sin retorno. Cualquier cambio suma, nunca resta.
Todo cambio surge inconformista en su esencia, con el afán de vaciar vasos rebosantes de elecciones desacertadas a punto de desbordarse.
Los cambios no conocen de retrocesos sino de avances forajidos que encaran desazones. Nacen tímidamente, aterciopelados día a día, sutiles y se implantan descarados echando raíces inamovibles. Quizás ya sea tarde para dejar las cosas como las encontramos, quizás es hora de dejarlas mejor de lo que están.
Vivimos aferrados a un presente adulador pensando en un futuro lejano, desconociendo que este acecha descarado a la vuelta de la esquina y no hay tiempo para pensamientos vagabundos ni confusos.
Afrontemos esta realidad que se oculta en esta críptica sociedad que avanza sin gobierno y a la deriva. Vamos a cambiar de rumbo, corrijamos esos desvíos de malos vientos que nos alejan de llegar a buen puerto.
Que no solo hay que tener principios, también es necesario tener finales para los problemas que nos rodean y que esperan impacientes nuestro movimiento en esta partida antes de darnos jaque sin tiempo de reacción.
Mi abuela era una fiel defensora del refranero español, decía que recogía toda la sabiduría de forma directa y concisa. Quizás sea cierto que no hay peor ciego que el que no quiere ver, pero donde hay patrón no manda marinero, y el que avisa no es traidor, así que no dejemos para mañana lo que podamos hacer hoy, que por la boca muere el pez, porque no existe hombre de mar que no se pueda ahogar, así que mas vale prevenir que curar.
Que como dijo el gran Mario Benedetti en El Silencio del Mar:
“Nunca sabré que espero de él
ni que conjuro deja en mis tobillos
pero cuando estos ojos se hartan de baldosas
y esperan entre el llano y las colinas
o en calles que se cierran en más calles
entonces sí me siento náufrago
y sólo el mar puede salvarme “
Bañemos nuestra conciencia en salitre, con la esperanza una vez mas de sanarla, porque el mar cura todas las heridas.
¿Comenzamos ese baño?
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