Solo, sin paradas, sin asistencia, alrededor del mundo, compitiendo contra los demás rivales y los elementos en los mares más duros del planeta. Si hay una regata con un misticismo especial, esa es la Vendée Globe, posiblemente el reto deportivo más extremo que existe y conocida poéticamente como el Everest de los mares.
Este año 2020 será su novena edición con salida el 8 de Noviembre desde el puerto francés de Les Sables d’ Olonne; es por eso que este primer especial de Grandes Regatas teníamos que dedicárselo a la Vendée Globe.
Una historia que contar
El navegante inglés Francis Chichester en 1966, siguiendo la ruta de los grandes clíperes, logró dar la vuelta al mundo en solitario haciendo una única escala en Sidney abordo del Gipsy Mothv IV. Tras el asombroso éxito de su hazaña, el siguiente reto en la navegación oceánica en solitario era evidente: intentar la vuelta al mundo sin escalas. Fue el periódico inglés, el Sunday Times el patrocinador de esta 1ª circunnavegación sin escalas, en 1968, con salida desde Inglaterra, la Golden Globe Race.
La épica historia de esta gran aventura narrada en libros y películas varias ha emocionado a miles de amantes de la navegación a lo largo de los años. El único hombre de los nueve participantes que acabó la regata, fue Robin Knox-Johnston, oficial de la marina inglesa de apenas 29 años, a bordo del Suhaili, un robusto queche de 32 pies de eslora, después de pasar 313 días en el mar a una media de 3,6 Kn.
Sir Robin sospechaba que Eric Tabarly, marino francés y leyenda de las regatas oceánicas, planeaba un reto similar desde Francia y esto le animó a apuntarse al gran desafío, ya que el conocimiento de semejante hazaña era una cuestión de orgullo patrio.
En esta regata ocurrieron relatos únicos, como el protagonizado por el mítico navegante francés Bernard Moitessier al abandonar la competición que estaba a punto de ganar, y decidir seguir navegando porque “era feliz en el mar y así salvar su alma” o la del ingeniero Crowhurst, que acabó tirándose por la borda de su trimarán, tras varios meses a la deriva en el Atlántico, enviando posiciones falsas, al no ser capaz de enfrentarse al océano Austral.
En 1982, se organizó la BOC Challengue, concebida como vuelta al mundo en solitario, pero con cuatro etapas. En una de las escalas de la BOC 1986/87, varios de los competidores reunidos en un bar de Ciudad del Cabo, empezaron a soñar de nuevo con una regata sin paradas.
En este grupo estaban entre otros Philippe Jeantot, Titouan Lamazou, Mike Plant y Jean –Yves Terlain. Fue Philippe Jeantot, ganador 2 veces de la BOC, el organizador de la nueva gran locura en 1989, sorprendiendo a todos al firmar la salida en la pequeña ciudad de Les Sables d’ Olonne y no en otros puertos más famosos como La Rochelle o Brest. Se llamaría Vendée Globe.
Trece navegantes, grandes nombres de la vela se inscribieron en esta primera edición de la Vendée, con barcos muy distintos entre sí, como el Pen Duick III, goleta de 57 pies patroneada por Jean –François Coste (que irremediablemente iba a quedarse atrás, aunque debido a la robustez del barco podía ser de los pocos en acabarla) o el barco de aluminio del profesor Jean Luc Van de Heede, patrón que iba equipado con una chaqueta de piel y zapatillas de baloncesto, y que rápidamente se ganó el cariño de los aficionados. Siete titanes consiguieron acabar aquella aventura, que ganó Titouan Lamazou.
Hubo un vuelco, un barco desarbolado, Loick Peyron tuvo que rescatar a Philippe Poupon, averías que obligaron a retirarse y la descalificación de Mike Plant al informar a la organización de que había recibido asistencia.
Nuestros patrones
Solo cuatro españoles han conseguido participar en esta regata, y dos acabarla, siendo José Luis de Ugarte, de Getxo, el primero en hacerlo en la edición de 1992/93. A bordo del Euskadi-Europa y con 64 años, Ugarte sufrió lo indecible, y regresó a tierra manifestando que «es una prueba inhumana.
Nunca más, es algo que sólo se puede hacer una vez en la vida.., eso, si se tiene la suerte de poder contarlo”. Ugarte sí que pudo y lo recogió en su libro «El Último Desafío». Unos años más tarde, Javier Sansó, mallorquín con sal en sus venas, lo intentó en la edición del 2000 abordo del Old Spice, pero no pudo ser, a los 42 días tuvo que retirarse por rotura del timón tras colisionar con un iceberg en el Océano Índico.
El sueño de emular a Ugarte seguía latente y volvió a intentarlo en la edición del 2012 con el Acciona, pero perdió la quilla a falta de pocos días de completar el reto, viviendo una angustiosa situación hasta que consiguieron rescatarlo. En la edición del 2008/09 Unai Basurko, de Portugalete, discípulo de Ugarte lo intentó con el Pakea Bizkaia, 28 días más tarde tuvo que retirarse por rotura de la caja del timón a 1000 millas de Ciudad del Cabo. Su frustración fue tan grande que regresó a casa navegando en estas condiciones. Didac Costa, barcelonés, consiguió estar en la línea de salida en la Vendée del 2016 y ser el segundo patrón de nuestro país que consiguió acabarla.
Su barco, el One Planet One Ocean, desplaza mucha historia encima. Sin apenas medios, ni patrocinio potente, y un mérito infinito, Didac (bombero de profesión) lo logró. Gesta que volverá a intentar en la edición del 2020.
Llegar es una victoria
La llegada a Les Sables, es una auténtica celebración. Cada vez que llega un patrón, miles de aficionados se desplazan al pequeño puerto francés, para recibirlo como si fuera el único y el ganador. La entrada es emocionante, a través de los canales hacia el puerto, completamente abarrotados de gente. Todo un reconocimiento a la superación de un desafio extremo: la Vendée Globe.
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